Esperemos que las Organizaciones y Administraciones tengan memoria, pues hace veinte años cuando se retiró el dialdrín, potente organoclorado, al año siguiente tuvieron que echar mano de él, para frenar una temida plaga de la langosta que subía por los desiertos africanos y que amenazaba al sur de Europa, pues de Túnez podría saltar a Sicilia y de allí a la Italia continental. La solución fue pulverizar la plaga con dicho plaguicida sobre el desierto tunecino.
Más recientemente con el eliminado clorpirifos, entonces aún vigente en sanidad ambiental, desplazaron gran cantidad del mismo a Fuerteventura, por si una nueva plaga de la langosta cruzaba el océno Atlántico hasta las islas Canarias. Entonces se vio por televisión los helicópteros preparados con Dursban (como se leía de las latas de 25 litros), por si fuera preciso.
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