La plasticidad del sistema sensorial de las cucarachas
para evolucionar y adaptarse a los cambios ambientales ha impresionado a científicos de la Universidad de Carolina del Norte, que han estudiado cómo
algunas poblaciones de estos insectos han cambiado sus receptores del gusto
para que la glucosa, ingrediente usado como atrayente en cebos, les resulte
amarga y les repela.
La capacidad de adaptación de las cucarachas y sus trucos
evolutivos para sobrevivir parece no tener limites. Cientificos en EEUU quedaron
sorprendidos al comprobar cómo algunas poblaciones de cucarachas han sido
capaces de desarrollar una defensa simple y muy eficaz contra los cebos
envenenados con sabor dulce: un cambio en su química interna hace posible que
la glucosa, una forma de azúcar atrayente para infinidad de formas de vida,
tenga un gusto amargo para ellas.
La aversión de ciertas poblaciones de cucarachas de la
especie Blattella germanica a los cebos tratados con glucosa, que se supone que
debe atraerlas, es un fenómeno conocido desde principio de los años 90, poco
después de que los profesionales del control de plagas empezaran a utilizar
trampas con cebos conteniendo glucosa e insecticida en lugar de sprays, como
método principal para combatir a las cucarachas.
La industria del control de plagas solucionó el problema
desarrollando nuevos cebos, pero el cambio en el comportamiento de estas
cucarachas, ubicuas en edificios y estructuras humanas, se convirtió en un
enigma.
Ayako Wada-Katsumata, Jules Silverman y Coby Schal,
científicos de la North Carolina State University describen en un estudio
publicado en la revista Science la explicación a este fenómeno.
La industria del control de plagas necesita desarrollar
constantemente nuevos venenos, ya que las cucarachas y otras plagas se vuelven
resistentes a sus efectos. No obstante, en este caso el problema no es un
veneno que deje de ser eficaz, sino que ciertas cucarachas eviten cualquier
cebo que contenga glucosa. El estudio muestra que este comportamiento es
heredado, y no algo aprendido por un individuo de la especie durante su breve
vida.
En lugar de papilas gustativas, las cucarachas poseen
pelos, con los que perciben el gusto, en diversas partes de su cuerpo. Los
investigadores de Carolina se concentraron en estudiar los pelos situados en el
área alrededor de la boca y dos tipos de células nerviosas que perciben sabores
y responden emitiendo señales eléctricas al cerebro. Uno de estos tipos de
células responde sólo a azúcares y otras sustancias dulces, mientras que el
otro sólo responde a sustancias amargas.
Cuando una molécula de algo dulce entra en contacto con
un detector del dulce, este dispara impulsos eléctricos y el cerebro de la
cucaracha percibe dulzor, incitándola a comer. Lo mismo sucede con los
detectores de sustancias amargas, que hacen que la cucaracha evite esa
sustancia.
Pero, de algún modo, las cucarachas han conseguido
cambiar, de manera que la glucosa activa sus detectores de sustancias amargas
y, cuando la prueban, la repelen porque les sabe amarga.
El próximo paso es desvelar los detalles de la mutación
genética que origina este comportamiento. Por el momento, se halló una mutación
que ubica un receptor de glucosa en las neuronas detectoras de sustancias
amargas, dando al azúcar sabor amargo para la cucaracha.
De hecho, este estudio podría ser interesante más allá
del control de las cucarachas y ayudar a explicar los cambios de comportamiento
en mosquitos portadores de la malaria. Por ejemplo, porqué algunos mosquitos ya
no se posan en paredes tratadas con insecticidas, sino que tienden a posarse en
los techos o en las paredes exteriores no tratadas, es un comportamiento del
que se desconoce el mecanismo neuronal
responsable.
Fuente: New York
Times
Foto: Ayako
Wada-Katsumata and Andrew Ernst
Publicado en Higiene Ambiental, el martes 28 de mayo de
2013
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