Después de separarse de sus antepasados, subterráneos y
totalmente ciegos, una especie de hormiga legionaria recupera la vista 18
millones de años más tarde.
Existen numerosos casos de especies originarias de la
superficie que se han adaptado, a lo largo de las generaciones, a una vida
subterránea. Entre ellas, la mayoría pierden la vista y las zonas del cerebro
asociadas se ven reducidas. Este fenómeno, debido a la pérdida de los estímulos luminosos, da origen a los famosos animales
ciegos que se suele asociar a las cuevas.
Por primera vez, un equipo de investigadores de la
universidad Drexel de Filadelfia ha evidenciado un ejemplo del proceso inverso.
Han hecho un estudio sobre hormigas legionarias, cuyos antepasados colonizaron
el medio subterráneo hace más de 80 millones de años. La mayoría ha perdido su
capacidad de percibir la luz y la práctica totalidad de su lóbulo visual se ha
degenerado. Sin embargo, una especie en particular, Eciton burchelli, parece
haber recobrado la vista después de volver a la superficie hace unos 18
millones de años. Sus nuevos ojos sólo tienen una única faceta, a diferencia de
todas las demás especies de insectos. Para Sean O’Donnell, uno de los autores del
artículo publicado en The Science of Nature, se trata de un descubrimiento
fascinante: “Esto pudiera sugerir que Eciton, más que reactivar sólo una
estructura desaparecida, ha, en cierta medida, reinventado el ojo.”
Un diagrama que representa las diversas secciones del cerebro de una hormiga. - Ver más en: http://drexel.edu/now/archive/2016/March/Ant_Sight_Underground_Surface/#sthash.v4bYzsbg.dpuf |
En realidad, es un mundo más sencillo, menos exigente en
términos de capacidad cognitiva. La reaparición de órganos visuales va unida a
una mayor energía destinada al desarrollo del cerebro. Pero cuál no fue la
sorpresa de los investigadores cuando descubrieron que el tamaño de todas las zonas
relacionadas con las percepciones sensoriales aumenta y no sólo en el lóbulo
visual. “Desde nuestro punto de vista, se trata del aspecto más importante del
estudio. Esto demuestra que el mundo subterráneo no es únicamente un ambiente
diferente que favorece la olfacción en detrimento de la visión”, comenta
O’Donnell.
“En realidad, es un mundo más sencillo, menos exigente en
términos de capacidad cognitiva. Lo que nos interesa saber ahora es cómo la
vida en la superficie selecciona un aumento del desarrollo cerebral”. En
materia de evolución, el tamaño del cerebro tiene un papel preponderante. Es el
órgano que más consume energía, lo que condiciona la cantidad de alimento
necesaria a la supervivencia de un organismo. Un mayor cerebro se mantiene
raramente sin dar una auténtica ventaja a la especie.
Por su interés, tras una búsqueda por Internet, supongo haber encontrado la fuente original en:
http://drexel.edu/now/archive/2016/March/Ant_Sight_Underground_Surface/
Las imágenes e ilustraciones son las que aparecen en el artículo original de Frank Otto
March 9, 2016. Seeing the Light: Army Ants Evolve to Regain Sight and More in Return to Surface’s Complex Environment
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