viernes, 8 de marzo de 2013

La OMS publica sobre productos químicos disruptores endocrinos


Ahora resultará que parte de los males que ya tomamos como nuestros, fueron producidos por el contacto de tanto insecticida, el clorpirifos, el primero de ellos.

El impacto negativo de determinadas sustancias químicas sobre el sistema endocrino en humanos y animales se expone en la reciente publicación de la OMS, State of the Science of Endocrine Disrupting Chemicals-2012. La tendencia indica una carga creciente de determinadas enfermedades endocrinas, en las que es muy posible que estos químicos jueguen un papel importante, que afectará también a generaciones futuras.

 La Organización Mundial de la Salud (OMS) expone en el informe  State of the Science of Endocrine Disrupting Chemicals-2012 datos científicos sobre el impacto en la salud de humanos y animales, causado por las sustancias químicas que actúan como disruptores endocrinos.

El informe afirma que, en las últimas décadas, se ha detectado un incremento de enfermedades o disfunciones relacionados con el sistema endocrino como problemas de fertilidad, malformaciones genitales, nacimientos prematuros, disfunción de las tiroides en niños, cáncer relacionado con el sistema endocrino (pecho, ovarios, próstata o testículos), trastornos del sistema inmunológico o la prevalencia de la obesidad y la diabetis del tipo 2.

Paralelamente, el informe pone de manifiesto que aunque cerca de 800 sustancias químicas se han identificado como disruptores endocrinos o se sospecha que lo sean, sólo pocas se han investigado a fondo y la mayoria de las sustancias químicas comercializadas en el mercado no han sido evaluadas.


Disruptores endocrinos:
Los disruptores endocrinos se hallan en gran diversidad de químicos, incluyendo los contaminantes orgánicos persistentes, pesticidas, fitoestrógenos, metales, ingredientes activos de los productos farmacéuticos, aditivos o contaminantes presentes en los alimentos, productos de cuidado personal, cosméticos, plásticos, textiles y materiales de construcción.

La ingestión de alimentos, agua, polvo, la inhalación de gases y particulas en el aire o la absorción dérmica son vias de exposición para los humanos, asi como la transferencia de madre a feto o a través de la leche materna.

Según la OMS, la exposición a los disruptores endocrinos se ha extendido por todo el globo, dispersados por el aire, las corrientes de agua o el transporte de mercancias, y la tendencia indica una carga creciente de determinadas enfermedades endocrinas, en las que es muy posible que estos químicos jueguen un papel importante, que afectará también a generaciones futuras.



Prohibición de sustancias:
La prohibición de determinadas sustancias químicas como el plomo, los contaminantes orgánicos persistentes, el tributilestaño, el di (2-etilhexil) ftalato, el nonilfenol y el clorpirifós ha conseguido disminuir la presencia de muchas de ellas en los tejidos de animales y humanos, mientras que sustancias químicas más utilizadas actualmente se detectan en niveles más altos.

Como ejemplos positivos en la prohibición de sustancias, la OMS destaca la prohibición del uso residencial del insecticida organofosforado clorpirifós en los EEUU en el año 2000, un potente neurotóxico, que hizo disminuir la presencia de esta sustancia en la sangre de los niños significativamente en el plazo de dos años.

En el caso del tributilestaño, se prohibió su uso en el casco de los buques, debido a sus efectos en la reproducción de los moluscos. En los puertos donde el uso del tributilestaño ha disminuido, los niveles ambientales han disminuido, y también lo han hecho los efectos de este disruptor endocrino sobre la vida silvestre que vive en estas áreas. Sin embargo, los compuestos orgánicos de estaño se utilizan aún como fungicidas en numerosas plantas y como componentes de plástico de cloruro de polivinilo.

También contaminantes orgánicos persistentes, como los bifenilos policlorados (PCBs) y el DDT, fueron prohibidos en muchos países hace ya veinte años debido a su persistencia en el medio ambiente y su toxicidad. Como resultado, sus niveles en humanos y fauna silvestre ha descendido. No obstante, estudios muestran que incluso los niveles bajos de productos químicos persistentes son dañinos, ya que sus productos de degradación permanecen en el ambiente mucho tiempo después de que su uso haya sido prohibido.
Evaluación de sustancias e información

La OMS destaca algunos aspectos necesarios a tener en cuenta para minimizar o eliminar el riesgo de exposición a disruptores endocrinos.

Un aspecto fundamental sería obtener más y mejor información sobre como actúan los disruptores endocrinos y las nuevas vias de exposición, como los ambientes interiores o el reciclaje de aparatos electrónicos, para reducir el riesgo, especialmente en las fases de desarrollo de los niños, y prevenir enfermedades relacionadas.

También sería necesario el establecimiento de sistemas de validación y evaluación de sustancias, asi como la elaboración de una lista de sustancias examinadas e identificadas como potenciales disruptores endocrinos, incluidas aquellas contenidas en materiales y mercancías o los subproductos químicos.

Y, finalmente, un punto básico sería la transparencia de la información para poder conocer las vias de exposición, una tarea de gran complejidad, teniendo en cuenta la enorme cantidad de químicos en nuestro entorno, asi como los subproductos que se forman durante la fabricación de productos químicos, durante los procesos de combustión y a través de las transformaciones ambientales.

Mientras que los principios activos de los productos farmacéuticos y de los plaguicidas tienen que estar documentados en el producto final, este no es el caso de los productos químicos contenidos en muchos artículos, materiales y mercancias. Muchas fuentes de exposición a disruptores endocrinos no se conocen debido a la falta de declaraciones de ingredientes químicos en los productos, materiales y mercancías.


El informe completo de la OMS State of the Science of Endocrine Disrupting Chemicals-2012 puede consultarse en www.who.int/ceh/publications/endocrine/en/index.html

 Fuente: OMS

Publicado en Higiene Ambiental, el viernes 1 de marzo de 2013

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