Mucho
se ha dicho y escrito sobre la avispa asiática en los últimos años, con más o
menos acierto; sobre su origen, su biología o su capacidad destructiva.... ¿Pero cómo es realmente el trabajo de campo de
las personas que mantienen una estrecha relación con la Vespa Velutina? De la
mano de Antoni Armengol, que las estudia diariamente con pasión desde hace dos
años, nos adentramos hoy en escenas poco conocidas del quehacer de este
insecto.
Estamos
en la comarca catalana del Baix Montseny, una zona amable para la avispa
asiática, por la abundancia de arroyos, espacios abiertos y actividad
apicultora. Se avistó aquí por primera vez en el 2016 y, desde entonces, el
vuelo ruidoso y potente de la Vespa Velutina se hace cada vez más habitual en
la zona.
Con
atención, Antoni Armengol sigue el comportamiento de una reina en un nido
embrionario que, con mucha paciencia, ha conseguido trasladar e instalar en el
terrario de su casa. Esto le ha permitido observar y fotografiar escenas
intimas del animal; como su afán por dar calor a los primeros huevos que puso o
la laboriosa tarea de masticar el tórax de las abejas para que las larvas
puedan ingerirlas.
Ser
reina fundadora, una tarea titánica
Tras el
período de hibernación, la reina fundadora de avispa asiática tiene por delante
una auténtica hazaña para mantener la supervivencia de la especie: construir el
nido embrionario, poner huevos, incubarlos, alimentarse con azúcares e hidratos
de carbono que obtiene de plantas, frutas o miel, ampliar el nido, poner más
huevos, cazar para alimentar las primeras larvas, masticar el alimento para
ellas y, además, estar siempre vigilante para defender el nido.
Su afán
es conseguir que nazcan, lo antes posible, avispas obreras que la ayuden a
realizar la mayor parte de estas tareas. Y, para ello, una vez que completen la
metamorfosis, en sus primeros días como adultas la reina les enseñará a
realizarlas. Cuando el número de obreras sea suficiente, la reina dejará de
salir y se dedicará principalmente a la puesta de miles de huevos y a dirigir
el nido.
En su
primer día de trabajo como adultas, las avispas obreras permanecen en el nido y
aprenden de la reina a incubar los huevos y las pupas. En el nido embrionario,
la reina realiza esta tarea cada vez que vuelve al nido, después de recolectar
materiales para la construcción del nido, de alimentarse o de cazar. El tiempo
de incubación puede variar, según la temperatura ambiental y el tiempo que se
haya ausentado del nido, entre 10 y 40 minutos cada vez.
En el
caso de los huevos, que están enganchados a la pared de la celda en su parte
superior, la avispa les aporta calor colocándose en el exterior de la celda.
Posteriormente, cuando la descendencia alcance la fase de pre-pupa y pupa
también recibirá el calor de la reina, esta vez por la parte inferior de la
celda, colocándose sobre el opérculo. Por el contrario, en la fase intermedia,
la larva, no necesitará de este aporte de calor.
En el
segundo día de vida, las nuevas avispas adultas aprenden a preparar el alimento
para las larvas. La reina les enseña, entregándoles una parte de la fuente de proteína,
normalmente el tórax de una abeja o de otro insecto, y mostrándoles como
mascarlo para destruir la capa de quitina que protege a lo que queda de su víctima,
hasta crear una masa blanda, que las larvas pueden ingerir.
Incapaces
de digerir la proteína sólida, las avispas asiáticas sólo cazan insectos para
alimentar a sus compañeras que se encuentran en estado larvario (alrededor de
13-16 días), necesitadas de proteínas para desarrollarse, que reclaman el
alimento rascando en la celda si tienen hambre.
Como
recompensa, la larva, a su vez, entrega a la avispa adulta un cóctel líquido de
aminoácidos, que la alimenta.
No obstante,
ni las reinas ni las larvas rechazan el experimento de ofrecerles carne de
pescado, del que la reina corta un pedazo, igualmente lo masca hasta crear una
masa blanda, y las larvas lo ingieren con avidez.
En el
tercer día, las nuevas adultas realizan su primer vuelo. La próxima tarea que
aprenden las obreras de la reina es a ampliar el nido, una auténtica joya
arquitectónica. Para ello, la fundadora entrega material de construcción a las
obreras y les muestra cómo hacerlo.
La tarea
de ampliación del nido es constante, mediante una superposición de capas,
formadas con una pasta que las avispas fabrican masticando hojas, corteza de
árbol o incluso maderas estructurales. En el interior se disponen, en pisos,
las celdas donde la reina pone los huevos, y tras su eclosión, se desarrollan
los estadios de larva, pre-pupa, pupa y finalmente, tras completar la
metamorfosis, saldrán las nuevas avispas adultas.
Las
celdas del nido pueden ser reaprovechadas varias veces. Una prueba de ello es el
recuento de meconios, o masa de desechos metabólicos que expulsa cada larva al
final del estadio larval, y que se van acumulando en la celda.
Una vez
que termine su ciclo, con la llegada del frío, el nido será abandonado y no
volverá a ser utilizado en la primavera siguiente. La humedad del invierno hace
que en él se desarrollen hongos entomopatógenos, que resultan tóxicos para las
larvas. Las reinas fecundadas que lo abandonen en otoño para hibernar
escondidas, construirán en primavera nuevos nidos embrionarios, a partir de los
cuales se crearán nuevas colonias.
Finalmente,
para completar su aprendizaje, seis o siete días después de convertirse en
adultas, las obreras saldrán del nido para empezar a cazar. Como para muchas
otras especies, para la Vespa Velutina cazar representa un riesgo y sólo lo
hará para cubrir las necesidades de las larvas.
¿Cuál es su capacidad real de destruir insectos?
Es este
un punto sobre el que se barajan muchas cifras, en ocasiones desorbitadas, y
sobre el que Antoni Armengol argumenta en base a su experiencia de campo. Para
él, los cálculos deben asentarse sobre las necesidades de las larvas, únicas
consumidoras de insectos en el nido, y no por la capacidad de caza o la vida
útil de una avispa.
Desde
este punto de vista, la capacidad destructiva de insectos que tiene una avispa
asiática, está lejos de ciertas afirmaciones realizadas en los medios, como que
cada avispa puede matar de 25 a 50 insectos al día, que una decena de avispas
asiáticas pueden matar 30.000 abejas en una semana, o que un nido de Vespa velutina
en todo su ciclo extermine a 50 millones de insectos.
El daño
que la avispa está produciendo en la biodiversidad y la apicultura ya es
enorme, sin necesidad de magnificarlo o llevarlo a la espectacularidad no
suficientemente contrastada.
Si
tenemos en cuenta las observaciones de la atareada vida de la Vespa Velutina,
veremos que es prácticamente imposible que pueda cazar de 25 a 50 insectos al día.
Dado que la avispa asiática es un animal diurno y que por la noche su actividad
cesa, le faltarían horas para ello.
En
condiciones óptimas, salir a cazar puede llevarle 10 minutos, mascar el
alimento para las larvas y dárselo entre 10 y 25 minutos, alimentarse ella para
recuperar energía 8-10 minutos. A lo que hay que sumar el tiempo empleado en
sus tareas de recolección de material y construcción del nido, así como el
tiempo dedicado a la incubación de huevos y pupas, que es mayor cuanto más
tiempo se ausenta del nido. De modo que multiplicar, por ejemplo, la cantidad
estimada de avispas en un nido por lo que pueda tardar en cazar un insecto y
llevárselo al nido no nos aportará cifras reales de insectos destruidos.
Para
conocer la capacidad destructiva de la avispa parece más acertado fijarse en la
cantidad de insectos que consume una larva en los aproximadamente 13-16 días de
estadio larval y en la cantidad de larvas viables que puede albergar un nido
durante su ciclo de actividad.
Según
las observaciones de Armengol, en cautividad cada larva consume entre uno y dos
insectos (abejas) diarios, durante un periodo aproximado de 13 días; con una
cantidad orientativa total de entre 18 y 21 insectos por larva. Una cantidad
más fiable pero igualmente preocupante, dada la enorme capacidad reproductiva y
expansiva de la especie.
El
resultado de sus cálculos es que un solo nido necesita matar entre 800.000
himenópteros polinizadores en el caso de los nidos medianos y de 2,0
a 2,5 millones los más grandes.
Estos
datos pueden variar en libertad, ya que las avispas pueden ocasionalmente alimentar
a sus larvas con proteína que no proviene de insectos, y por otra parte, la
duración del estadio larval se considera un poco más largo que los 13 días
registrados en el terrario, alrededor de los 16 días (Archer, 2012).
¡Cuidado con acercarse al nido!
Por
experiencia, Antoni Armengol sabe que la Vespa Velutina es un insecto
normalmente pacífico, que puede transformarse rápidamente en un enemigo
potencialmente mortal.
En sus
vuelos de reconocimiento, buscando alimento o agua, la avispa es pacífica y
prácticamente ignora la presencia humana. Pero su humor cambia si se siente
agredida y, muy especialmente, si percibe peligro para el nido.
Armengol
diferencia dos tipos de comportamiento del insecto en estas situaciones. En una
ocasión recibió la picadura de una Velutina molesta, en acción de defensa. Fue
una picadura rápida, dolorosa y con sensación de escozor, y el insecto se
retiró rápidamente de su cuerpo.
En la
segunda ocasión, la picadura se produjo después de tratar un nido con
insecticida. Una vez realizado el tratamiento, se alejó a una distancia
prudencial del nido para observarlo y, sintiéndose ligeramente indispuesto, se
sacó un guante del traje de protección, momento que aprovechó una avispa en
acción de ataque, que llevaba prendida del traje, para propinarle una picadura.
En este
caso no fue dolorosa y el insecto permaneció enganchado varios segundos
inyectando veneno, sin que él pudiera atinar a separarlo. Rápidamente perdió la
visión y el habla, respiraba con dificultad y, ya tendido en el suelo, no podía
moverse y perdió el conocimiento.
Tuvo
mala suerte, la picadura fue directamente en la trayectoria de una vena y los
efectos del cóctel de once sustancias neurotóxicas que compone el veneno de la
avispa hicieron un efecto inmediato. Gracias a la presencia de sus compañeros y
la rápida intervención de los servicios médicos, la experiencia no pasó ser de
un terrible susto.
No
obstante, él insiste en que la avispa es pacífica, pero hay que tener muy claro
que acercarse a un nido es peligroso. Y resalta la necesidad de dar aviso,
siempre que se detecte uno, al ayuntamiento correspondiente para que gestione
su retirada mientras está activo.
Para
las personas interesadas en la Vespa velutina, Armengol acaba de poner en
funcionamiento el blog vespavelutina.cat, donde irá publicando experiencias,
conocimientos y reflexiones sobre la avispa asiática.
Fuente:
Publicado en Higiene Ambiental el martes 29 de mayo de 2018
Para
más información enlazar con:
Las
imágenes las he conseguido tras una búsqueda en Google Imágenes por “vespa
velutina Armengol”, pues las fotos de la referida fuente están realizadas por
Antoni y Jidith Armengol. Les agradezco que las hayan compartido en la red.
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