Tengo 45
años. Nací y vivo en Argentina. Soy ama de casa. Estoy casada y tengo tres
hijos, de 14 a 21 años. Me llaman revolucionaria. No soy muy religiosa. Mi hija
Nandy murió por fumigaciones con agrotóxicos en sembrados de maíz. Mi hija
tendría ahora 16 años
Transgénicos
Transgénicos
Sofía Gatica
ha sido galardonada con el premio Ambiental Goldman, el Nobel del Medio
Ambiente. Escucho su testimonio de madre luchadora contra herbicidas y
plaguicidas que podrían ser dañinos para la salud humana, como afirma que
sucedió con su hijita. La controversia sobre perjuicios o inocuidad de los
cultivos transgénicos continúa en Europa, con resultados opinables. Juan
Carrasco (Juanfe36@gmail.com), experto independiente en agricultura y
bioteconología, acompaña a Gatica y me informa de que se vierten cincuenta
millones de litros de agrotóxicos en campos argentinos. Y me asegura que el
ministro Cañete promueve el uso de semillas transgénicas. Le preguntaré.
¿Qué tiene usted contra los
agroquímicos?
¡Mataron a
mi hijita!
¿Cómo murió?
A los ocho
meses de mi embarazo, la niña padecía una malformación del riñón. Los médicos
creyeron poder operarla al nacer, pero Nandy murió con tres meses.
Lo lamento.
El médico me
la puso en brazos: "Agárrela, que aún está calentita. Pero está
muerta".
Cruel.
¡Yo la
quería viva! No he dejado de pensar en ella ni un día: Nandy tendría hoy 16
años.
¿Cuál fue el diagnóstico?
Malformación
congénita. Sin más explicaciones, regresé a casa. ¡Pero no me resigné!
¿Qué hizo?
Darle
vueltas a la cabeza. Mi barrio, Ituzaingó, muy humilde, en las afueras de
Córdoba (Argentina), colinda con amplias extensiones de soja transgénica,
fumigadas dos veces al año con un herbicida...
Ya.
Al poco,
murió el bebé de Susana, una vecina. Y descubrí que no eran casos únicos.
¿Relacionó muertes y fumigaciones?
Recorrí casa
por casa y pregunté...
¿Y qué encontró?
Niños con
leucemias, tumores diversos, cánceres varios (mama, riñón, intestino,
recto...), dolencias respiratorias, intestinales y neuronales, vértigos,
patologías dermatológicas... Y malformaciones embrionarias y daños en los
órganos reproductores.
¿Y empezó a sospechar?
Mi vecina
Ángela me contó que después de cada fumigación, dos entre noviembre y febrero,
a su hijo le pasaba algo extraño...
¿Qué le pasaba?
Se quedaba
con los músculos paralizados, sin poder moverse, y con los ojos en blanco,
vueltos hacia atrás. El médico aliviaba al chico y se recuperaba..., pero
recaía coincidiendo con cada fumigación.
Y ahí sí estableció una conexión.
Nos juntamos
16 madres, vecinas del barrio, con enfermedades sospechosas en casa. Marcamos
en un mapa nuestras casas, direcciones, nombres, edades, enfermedades...
¿Para qué?
Lo enviamos
al Ministerio de Salud, para que lo investigasen. Ni caso. Fue en el 2002.
¿Cómo se lo tomó usted?
Salí a la
calle, me manifesté, pedí ayuda, y la televisión me entrevistó. El ministerio
determinó que el agua corriente estaba contaminada. La cortó. Todo el barrio
quedó sin agua. ¡Más de 5.000 habitantes sin agua!
Lo solucionarían rápido, supongo.
¡Los vecinos
estaban desesperados! Me quejé al ministerio y me propusieron un acuerdo: colocarían
válvulas y filtros nuevos y yo renunciaba a acciones judiciales. ¡Firmé!
¿Por qué?
¡Lo primero
era que la gente tuviese agua! Los vecinos, agradecidos, se sumaron a mi causa.
Y el ministro encargó otro estudio.
¿Con qué resultado, esta vez?
Jamás se
publicó. Y una noche llamó a la puerta de mi casa un desconocido. Quería hablar
conmigo. ¡Era uno de los médicos que habían participado en el estudio!
¿Y qué le dijo?
"¡Señora,
váyanse de este barrio, que se están muriendo todos!". Era el doctor Mario
Carpio.
Qué miedo, oír eso...
Encargamos
otro estudio y afloraron 300 casos de cáncer en una población de 6.000
personas. El gobierno contraatacó con otro, según el cual estábamos sanos. Y
decidimos mostrar a nuestros enfermos en público...
Es usted una luchadora.
La lucha
sigue. El gobierno municipal, previo estudio, declaró el barrio
"inhabitable", y el gobierno central replicó que ese estudio era
infundado.
Qué cascada de estudios e informes...
La
presidenta Cristina Fernández de Kirschner ha encargado otro: hay un 33% de
muertes por cáncer, y un 80% de niños tiene más agrotóxicos en sangre de lo
normal.
¿Cómo llegan esas sustancias al
cuerpo humano?
Los suelos
están contaminados. Y las aguas. Y el aire, en la temporada de fumigaciones.
¿Qué sustancias son contaminantes?
Glisofato,
en el herbicida más vendido en el mundo, de la multinacional Monsanto.
¿No podrían cambiar de herbicida?
La soja
transgénica está diseñada para resistirlo, y hay que usar este. ¡Y esa soja la
importan ustedes para alimentar a sus cerdos!
¿Toda?
Toda la
importan ustedes. También ustedes tienen maíz transgénico Mon 810: 100.000
hectáreas, la mitad en Catalunya.
¿Debo preocuparme?
La
alteración genética del maíz genera tóxicos. Y con ese maíz se hace pienso para
cerdos, igual que con la soja transgénica argentina. ¡Y el cerdo se lo come
usted!
Habrá que encargar otro informe...
He
denunciado en la Casa Blanca este genocidio encubierto, y tengo una carta
timbrada del propio presidente Obama: "Nada puedo hacer legalmente, pero
les animo a seguir luchando".
Algo es algo.
El
Parlamento de la Unión Europea prohibirá el glisofato en el año 2015. ¿Por qué
no ya, y así evitará muertes de europeos?
¿Ha logrado usted algo en Argentina?
Que se
prohíba fumigar a menos de 2,5 kilómetros de poblaciones, pozos o escuelas.
¡Alguna niña como Nandy no morirá!
Publicado en
La Vanguardia, La Contra sábado 29 de septiembre de 2012
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